Terapia en tiempos de pandemia
La pandemia ha puesto en jaque tanto nuestra salud psíquica como física. Estos momentos convulsos, desorganizadores e inciertos nos han llevado a una situación límite. No vivida, ni pensada, por lo tanto con una exigencia extraordinaria para poder digerirla mentalmente.
Antes ir al “loquero”, era una vergüenza, algo que ocultar. Ahora buscar terapia, preguntar por un psicólogo de confianza es cada vez más habitual. Un signo de que aunque el sufrimiento, el miedo, la angustia, la tristeza, la soledad, por momentos nos paralizan, todavía tenemos esperanza.
Es muy importante buscar terapia para nosotros como adultos, pero también para nuestros adolescentes y niños. Un psicólogo o psicoterapeuta, que podamos sentirnos a gusto y que tenga una buena solvencia emocional y profesional. No cualquiera trabaja bien. Y una huella de una mala experiencia, puede perdurar y anular cualquier posibilidad de buscar ayuda en el futuro.
Estamos en la sexta ola covid (creo) son tantas olas y marejadas, que he perdido la cuenta. Terminamos el año con la idea de que la variante ómicron era muy contagiosa, pero suave como un enfriamiento. Así en este contexto y en puertas de las Navidades, nuestro contacto con la realidad fue maniaco. Si alguien planteaba que sería importante tomar medidas bajo la égida de la ley externa o interna, se miraba para otro lado. Ya sabemos ojos que no ven, corazón que no siente… ¡tortazo que te metes!
Pero igual que en la película No mires para arriba (Adam Mckay, 2021), que la gente cree que es una comedia (cuando en realidad no tiene ninguna gracia), las personas negamos lo que no nos gusta o no nos viene bien. Empieza a ritmo vertiginoso la humanidad va a desaparecer por un meteorito que se va a estrellar contra la tierra… Pero la presidenta (el gobierno) concluyen: “esperaremos y evaluaremos”. No es para tanto. En realidad, nunca. Hasta que ya no tiene remedio y volvemos a repetir incansablemente lo mismo. ¿Nos suena de algo?
En la película como en nuestra sociedad solo cabe ser positivos y noticias guay. Y yo me pregunto: ¿Dónde está la inteligencia de cada uno y cómo sociedad? ¿Por qué solo nos podemos dar cuenta de la impotencia y desesperanza cuando lo vivimos en primera persona? Mis pacientes, mis amigos, conocidos (en mayor o menor medida) solo han tomado contacto con su desvalimiento si les ocurría algo serio, cuando han sido positivos y hablar con su médico -si lo han conseguido- ha sido una odisea.
Podemos preguntarnos: ¿Cómo no vamos a necesitar que un psicólogo nos acompañe, si estamos en un mundo caótico, sinsentido? ¿Cómo no vamos a sentirnos cada vez más tristes, ansiosos, desesperados, vacíos, solos? ¿O los cuerpos como no van a hablar, lo que no se puede pensar, cada vez con más somatizaciones?
La gravedad psicológica y emocional, llama incesantemente a la puerta de los psicólogos, seamos honestos y éticos con nuestra responsabilidad.
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