Miedo a (no) olvidarte
Siento miedo a perderte, aunque ya estás lejos y mis manos frías.
Miedo a no poder olvidarte y miedo a ya no recordarte.
Miedo a que los días en que me sentía dichosa en tus brazos, solo hayan sido un sueño, miedo a que ya no se repitan y miedo a que jamás lo sienta en el calor de otro cuerpo.
Miedo a no acordarme de tu egoísmo y miedo a quedarme agarrada a tu vacío recuerdo.
Miedo a quererte y miedo a la rabia que me produce tu mareante ambigüedad.
Miedo a dejarte ir, a no evocarte al despertar, y miedo a ser consciente de tu frágil inmadurez.
Miedo de mi nuevo error de elección y miedo de no haber aprehendido y volver a repetir.
Miedo a casi convencerme que merezco las migajas de lo que te sobra y miedo a no quererme y permitir que me malquieran.
Miedo al miedo y miedo a querer saltármelo, para pasar página a este desgarro ….
Dedicado a las personas que atraviesan el tortuoso camino del duelo que produce la separación de una pareja.
Lo desesperante de elaborar la pérdida y lo costoso de reconstruir de nuevo la propia identidad.
¡Y cómo no, el miedo será nuestro compañero fiel! Por mucho que nos disguste, a menos que queramos saltarnos el dolor y pensar que: “aquí no ha pasado nada, hoy paz y mañana gloria”. Pero la vida con esa mesura del tiempo, nos (re)colocará -cuando menos lo esperemos- ante algún nuevo duelo (muerte, trabajo, desamor, proyectos, juventud, etc) y nos hará pagar con los intereses pendientes de atrás.
Sin embargo, todo se irá recolocando, si poco a poco logramos atravesar el desierto que se produce en nuestras vidas cuando nos separamos de alguien que queremos (no soltar).
Necesitamos parar ante el golpe, negarlo, llorar, cuidarnos, dejarnos sentir, rememorar, rabiar, hacernos ovillo, volver a llorar y aceptar.
Si nos dejamos sin prisas, respetándonos, el miedo un día se habrá diluido, igual que la espera del que ya se fue.
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