La muerte sobrevuela
Estoy enferma, la muerte sobrevuela. Lo sé.
Quiero levantarme,
necesito mirarme,
pero el espejo está lejos.
Me quiero convencer,
de que no tiene que ser tan complicado moverme,
total es andar unos pasos.
Coordinarme.
¡Concéntrate! me digo,
intentando convencerme.
Como otras veces que me he sentido cansada,
y he continuado.
Pero ya nada es igual.
Intento echar los pies para atrás,
mientras me impulso para incorporarme.
Si lograra sentarme en el borde de la cama,
sería una gran hazaña.
Estoy cansada de ver la vida en horizontal.
Pero mi cuerpo no responde. Se quedó sin fuerzas.
Lo gaste de usarlo.
Y sonrío para mis adentros, nunca fue lo mío,
mirar para otro lado y pensar que todo se arreglará.
Qué agotamiento me producía la gente
“Miro-pero-no-veo lo-que-me-duele”.
Y luego la misma queja incansable, ojos que no ven, corazón que no siente
y hostia que te metes.
Por enésima vez.
Todo ya parece tan lejano,
con lo intensa que he sido siempre.
Verso libre, me decían.
Primero de propósito, luego de acción.
Me costó lo mío. No es fácil soltar amarras de la pena.
Logré ser yo y escucharme.
Ser coherente.
Vivir como me dio la gana.
Ahora ya poco importa,
me estoy perdiendo en la penumbra de esta habitación.
Qué ya no siento como mía.
Todo es ya ajeno.
Los muebles, mi ropa, mis libros, lo sentido.
Me voy….
Yo también me desconozco, lo que creía me identificaba y me arropaba, ya no es así.
Siempre fui de gustos sencillos, y aun así todo se quedará. Aquí.
Los que quise y quiero con toda mi alma, también.
De ellos me llevo el recuerdo y su sonrisa.
No puedo contener las lágrimas.
Sé que me estoy despidiendo.
Siempre he sido curiosa y trotamundos,
pero para este viaje tengo miedo y nada de equipaje.
PD: Esta poesía va dedicada para la muerte, la eterna temida y disociada de nuestras vidas. Y para todos. Los que se sienten así en estos momentos y los que algún día llegaremos…
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