Jugando a destaparnos
Desde mayo del año pasado el uso de mascarilla es obligatorio en España, en espacios públicos por las personas mayores de seis años, si no se podía garantizar la distancia de seguridad de dos metros.
Desde entonces salimos de casa con la mascarilla, cómo objeto de primer orden que nos cubre la cara, produciendo el efecto de casi desnudez si se nos olvida y tenemos que volver a buscarla.
Decimos para proteger y protegernos, pero a veces casi se desliza algo de tapar y taparnos.
Hoy 26 de junio ya no será obligatorio llevarla en espacios exteriores, pero si guardada, por si acaso no se dan las condiciones necesarias de distancia pertinente.
Me pregunto: ¿Cómo nos sentiremos hoy al pisar la calle? ¿Qué se despertará en el psiquismo de cada uno?
Y rápidamente podemos pensa que todos sentiremos: “¡qué liberación!” ¡Pero no! La experiencia ya naturalizada – quién nos lo iba a decir hace un tiempo- impactará de manera distinta según cómo estamos constituidos y nuestras herramientas mentales para elaborarla.
Algunos liberados y felices de sentir la tibieza del sol y el viento. Otros precavidos e inquietos, con cautela (el Covid todavía está aquí). Y muchos con preocupación y miedo de volver al terror de lo vivido, con la sensación aún pegada a la piel.
Seamos respetuosos con nosotros, y también, con los demás. Intentemos comprender. La empatía, el ponernos en el lugar del otro sin perder el nuestro, va a ser hoy un buen ejercicio de solidaridad social, no sólo llevar la mascarilla, quitarla, cumplir la ley o no. ¡Vayamos un pasito más allá!
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