El síndrome del nido vacío
El síndrome del nido vacio. El momento en que el último hijo abandona el nido, puede ser un proceso muy vulnerable y doloroso para algunas madres. Se entiende por tal síndrome, un trastorno afectivo, con sintomatología de tristeza y perdida. La madre no ha podido elaborar el duelo final, aceptar como su hijo deja el núcleo familiar… para ir construyendo su propia historia. Cabría preguntarse: ¿Por qué tiene dificultades para desprenderse del vínculo que hasta entonces tenía con su hijo? ¿Encontrarse con él de manera distinta y alegrarse de que puede caminar solo?
La mayoría de mujeres que padecen el síndrome del nido vacío, lo viven como una crisis de identidad femenina -puesto que han sido educadas, para ser madre, esposa e hija- personas que se han dedicado en exclusividad a la crianza y educación de sus hijos. Quedándose pegadas a ellos, y sin ninguna razón para continuar. Todo se acaba, ¿ahora para qué y para quién? La respuesta es simple: Para ti. Para quien tendría que haber sido siempre… ¿Qué ocurrió que la maternidad hizo que desaparecieras? ¿Dónde quedo tu vida?
Aunque para ser justos (si pensamos sin apresurarnos), ser madre implica muchas cuestiones, tanto conscientes como inconscientes. Nos quedamos embarazadas, donde iniciamos nuestros primero pasos juntos, para luego parirlo (hermosa paradoja) desgarrándonos, y sin embargo, sintiéndonos plenas al tenerlo en nuestro brazos. Lo amaremos incondicionalmente con toda la extensión de su significado: dedicación, ternura, sostén.,, Pero también, proporcionándole las herramientas necesarias para su autonomía, en el fondo, su maduración personal. Teniendo claro que nuestro hijo, como dice el autor libanés Khail Gibran, “no es nuestro, sino de la vida”.
Nuestros hijos necesitan «mamás» responsables, dedicadas, pero independientes, con proyectos, con ilusiones, en definitiva con su propia vida. Estés en el momento que estés, piensa en todo lo que te queda por vivir, nunca es tarde… Incluso si te acecha la sintomatología de un síndrome del nido vacío… detrás de esa “cortina tupida”, se esconde una experiencia de crecimiento… que se va a abrir ante ti. Siempre es posible devolverle su vida, con la alegría de dejarle partir, después de haberle acompañado, y sobre todo, devolvérnosla a nosotras mismas. Continuar nuestro camino, con sosiego y serenidad, por lo que hemos ofrecido. Con la certeza de toda la creatividad, que todavía nos queda por irradiar, como madres (otra fase), como mujeres y como personas… ¡Animo, no te detengas….descúbrete de nuevo!
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