Buscar amigos…
Hoy en día existe una proliferación de apps para buscar amigos, junto a aplicaciones de citas. Se anhela socializar, encontrar personas afines con quien compartir tiempo y ocio. También (aunque esto no se dice) buscar la mirada y el calor de otro, sentir su abrigo emocional. Pero sería demasiado profundo e íntimo ser conscientes de esta necesidad, preferimos pensar que somos libres y autosuficientes. Así con nuestra mirada en “cortas”, vamos por la vida, igual que en el juego de la oca, de grupo a grupo y tiro porque me toca. Volviendo a la casilla de salida, con demasiada frecuencia.
Cuando somos adolescentes el grupo de iguales es muy importante, nos acompaña, compartes experiencias, reafirma y sirve de puente para salir al mundo. Luego conforme vamos haciéndonos mayores, las perdidas nos van atravesando, personas que fueron significativas en un momento dado, dejan de serlo por distintos motivos. Situaciones de pareja o familiares, nos sacuden, sacándonos de nuestra zona conocida. ¿Cuántos llegan a la mediana edad, se separan y no saben qué rumbo tomar? O fases de la vida en que tu entramado de amigos tiene otro ritmo vital, por niños pequeños, nueva pareja, buscar más recogimiento, etc. De pronto, te ves más solo y no tienes la misma facilidad para compartir en el fin de semana una charrada o cualquier encuentro, que antes era habitual. También puede darse el caso de tener tus amigos, pero desear enriquecer la red social y ampliar horizontes. No olvidemos que en este momento actual, queremos casi todo, de manera insaciable e instantánea. Porque pensamos que todo lo podemos, si verdaderamente nos lo proponemos, aunque nos agotemos en el intento.
Las nuevas tecnologías nos posibilitan afrontar estas circunstancias, hace unas décadas era inimaginable que alguien buscara “amigos”. Desde la España profunda, que a nuestro pesar, todavía algo queda, se creía que era estar solo y tirado, algo vergonzoso, que era mejor no airear públicamente. Aunque en algunas cuestiones hemos avanzado y dejado prejuicios atrás. Ahora estamos a un “clic” de poder conectarnos con otras personas. Lo que no sé si de encontrarnos emocionalmente…
Hay opciones de todo tipo, para los gustos más variados. Solo tenemos que escribir “buscar amigos”, en nuestro compañero de batallas y curiosidades, Google. Desplegándose ante nosotros todo un abanico de opciones de grupos. Algunos de ellos lo conforman personas que buscan una amistad, con cierta estabilidad y una relación más cercana. Otros grupos son más amplios, siendo un continuo movimiento de gente, en el que comparten tiempo y actividades pero sin implicación. Una forma de apagar la soledad momentáneamente, rozar pero sin acercasen demasiado, porque el peligro de involucrarnos afectivamente acecha y da miedo.
Tenemos deseo de vincularnos, pero a la vez queremos seguir manteniendo nuestra burbuja narcisista. Como si la vida fuese una carta, donde pedimos lo que queremos, nos lo comemos y nos marchamos. Después, si nos apetece, ya volveremos. Pero si tenemos la suficiente madurez psíquica para no proyectar todo lo malo en los otros, llegaremos a descubrir que hay otras personas, con sus deseos y dificultades. Lo que me lleva a preguntarme: ¿Cómo poder sincronizar con el otro, respetar las diferencias, sin sentir que nos perdemos a nosotros mismos? Es más ¿Podemos aprovechar lo que nos ofrece los nuevos tiempos, si no reflexionamos sobre el modo en que buscamos la forma de no implicarnos? ¿Este sucedáneo, en que queremos estar no estando, realmente nos llena? ¿Calma nuestra sed de sentirnos queridos y escuchados?
Pensamos que hemos ganado mucho en “libertad”, pero ¿cuánto hemos perdido? Nunca nos habíamos sentido tan solos y vacios, en plena era de la interconexión.
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