El mejor regalo
Se acercan los Reyes Magos, ya están llegando… Me he dado cuenta, porque las calles están plagadas de personas con bolsas multicolores.
Lo que no tengo claro, es si nos hemos parado por un momento a pensar en nuestros hijos/nietos/sobrinos. A mirar al verdadero protagonista, para hacerle el mejor regalo, a él. Así, de verdad, reflexionando con profundidad.
No en lo que nos hubiera gustado a nosotros cuando teníamos su edad.
No en lo que ellos nos piden sin ningún freno y nosotros intentamos colmar, para que nada les falte.
No en el modo de compensarles y liberar la culpa de cuestiones que como padres, sabemos que andamos un poco flojos.
No en lo que creemos que les hará ilusión, sin molestarnos en saber de sus sueños. Observando, acompañándoles, preguntándoles por ellos….
Es sencillo. No nos compliquemos. La sorpresa de un regalo, siempre es ilusionante. Pero no tiene por qué ser caro, ni grande, ni multitud.
Lo más importante (aunque nos cueste creerlo) es que esté envuelto con nuestra presencia y cariño.
El poder parar nuestro ritmo desenfrenado y el consumismo imperante. Y así disfrutar, ensoñando juntos. Jugar, compartir un día en familia.
¿O quizás nos cuesta bajarnos de mayores y conectar con su mundo? Sea en el suelo tirados armando alguna fantasía, en el parque con el balón, paseando el carro de las muñecas, haciendo equilibrios con el monopatín o con la pantalla, pero sentados al lado de ellos, ¡acompañándoles de corazón, no de postín!
Pensemos en ellos, con ellos y no por ellos. ¡Ese es el mejor regalo! Sin duda.
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