La pasión se durmió
La pasión se durmió y la infidelidad nos despertó sobresaltados. Con la desesperación de sentirse engañada y conmocionada, por un maremoto de emociones, en la que una daba paso a la otra sin descanso, dolor, rabia, tristeza, autorreproches, miedo… María lloraba, mientras a media voz me iba contando “no sé cómo me tengo que sentir, sólo sé que mi vida se ha esfumado, todo en lo que yo creía se ha ido… y ahora qué…”
¿Ahora qué? Es una interesante pregunta cuando ocurre algo que resquebraja nuestra vida y se desploma hecha añicos, junto a nuestros proyectos, ilusiones, dedicaciones, etc. A veces es tal el shock, que no damos crédito, otras la negación ha desplegado tanto las alas sobre nosotros, que no hemos podido ver lo que teníamos delante, justito ahí. Tantos detalles, que de pronto al enterarnos, vamos uniendo y el rompecabezas ya tiene sentido ¡Si, por un lado me siento liberada, no estaba loc@ con mis sospechas, pero por otro la humillación, el dolor y la decepción me asfixian!
¿Podré volver a mirarle igual? ¿Volveremos a sentir lo mismo? La respuesta es un rotundo No. Una infidelidad es un suceso que marca, un antes y un después, nada volverá a ser igual, para bien o para mal. ¿Pero, podemos continuar? Es complicado tramitar esta situación, para poder retomar, el deseo de estar juntos tiene que seguir vivo con fuerza. Cómo también es preciso, una buena base vivida, en que el otro me hizo sentir querid@. Y aunque estas condiciones necesarias, pero no suficientes se den, no nos engañemos, el ambiente va a estar muy enrarecido y cada uno va a vivir lo suyo.
El lugar del “mal@ de la película”, no es fácil ni cómodo, hay que demostrar nuestra entrega y sinceridad, asumiendo que durante un tiempo, el fantasma de la desconfianza merodeará sin descanso a nuestro alrededor. Para la persona engañad@, se abre una herida narcisista sangrante ¿por qué la deseaba a ella y no a mi? La desconfianza está presente, la inseguridad abruma, se siente desorientada y los reproches se le escapan, sin poder evitarlo.Va a ser necesario comenzar un dialogo, abrir el corazón y ser honesto con uno mismo y con el otro. Algo, que tendría que haberse dado antes de azotarnos la infidelidad. Pero la monotonía, el miedo a remover, la estabilidad (aparente) deja fuera el encuentro, el deseo, el placer, el cuidarnos y mimarnos como pareja, eso quizás ya no estaba. Una infidelidad, es una fractura en la pareja, pero en realidad si miramos un poquito más a fondo, nos damos cuenta que fue el último golpe, de una larga enfermedad. Hasta llegar a la reflexión, ¿qué pasa en la relación, en nosotros, para qué se cuele en nuestra cama una tercera persona? Alguien la invitó y seamos sinceros, hacia tanto tiempo que entre tu cuerpo y el mío, sólo había vacio.
Comentarios desactivados